Sabemos que las alergias afectan a millones de personas el mundo, y las hay de todo tipo. Algunas de las más habituales son las alergias a un alimento que al ser ingerido o simplemente manipulado genera una reacción adversa al organismo.
Por ello debemos estar atentos a la presencia de ciertos síntomas y señales pues podríamos ser alérgicos a algún determinado alimento, y sin saberlo seguir consumiendo aquello que nos afecta. Hoy nos ocuparemos en detalle, de uno de estos alimentos: el huevo de gallina.
Cuando alguien tiene alergia al huevo lo que ocurre es que su sistema inmunológico reacciona en contra de ese alimento, ya que es particularmente sensible a él. Dicho en otros términos el sistema inmune produce inmunoglobulinas IgE, encargadas de “atacar” a las proteínas propias del huevo.
Cuando la persona come huevo o cualquier alimento que lo contenga, o incluso si está en contacto con este alimento, se produce la reacción alérgica.
Síntomas de la alergia al huevo
Hay que aclarar que –al igual que en otros tipos de alergias- hay una amplia gama de reacciones posibles, que varían en diferentes personas. Algunos de ellos pueden ser muy leves, apenas unas simples molestias, como por ejemplo el sentir picor en la garganta o la boca al consumirlo.
Pero otros pueden ser de una mayor gravedad, pudiendo incluso derivar en la muerte de la persona, por ello no debemos minimizar el hecho de poder padecer una alergia.
Entre los síntomas más habituales de la alergia al huevo podemos destacar las reacciones cutáneas, que pueden ser urticaria, enrojecimiento de la piel, picazón, labios y párpados hinchados. También es frecuente que quien tiene esta afección tenga consecuencias en el sistema digestivo: dolor en el abdomen, diarrea y vómitos.
En una menor cantidad de casos se registran otros síntomas como por ejemplo, conjuntivitis, tos, mucosidad líquida e incluso cambios en la voz. Las consecuencias más preocupantes de la alergia al huevo son la dificultad para respirar y para tragar, en cuyo caso se debe acudir inmediatamente al servicio de emergencias.
Si has tenido alguno de estos síntomas y piensas que puede estar relacionado a una posible alergia al huevo ten en cuenta dos cosas. En primer lugar, las reacciones alérgicas se dan en el corto plazo, generalmente antes de una hora del contacto con el alimento. En segundo lugar, estos síntomas no son exclusivos de la alergia al huevo, sino que son típicos de diferentes alergias alimentarias. Por ello, lo ideal es testearse para determinar con exactitud si es una alergia y a qué elemento exactamente.
¿Cómo se diagnostica la alergia al huevo?
En primer lugar, suele ocurrir que ante la presencia de alguno de los síntomas que hemos descrito, uno puede detectar esa relación entre ese alimento y lo que le sucede, o bien que en la consulta médica se plantee esto como la posible causa de esas reacciones.
En cualquiera de los casos es necesaria la derivación a un especialista en alergias, quien practicará un estudio para determinar la existencia o no de la ese problema. Generalmente se realizan pruebas cutáneas con proteínas del huevo y de otros posibles agentes alérgenos. Esto puede acompañarse de un análisis de sangre.
Es decir, un estudio simple que os permitirá detectar qué os está haciendo mal y permitirá reorganizar vuestra dieta para no seguir padeciendo estos problemas.
Alimentos que pueden contener huevo y su proteína
Aunque no lo creas en realidad son muchos los alimentos y productos alimenticios que en su composición pueden contener huevo. De hecho, es muy común que se pueda encontrar huevo o sus proteínas en productos de pastelería o bollería (tales como galletas, dulces, tartas, flanes…), pastas, pan, patés, embutidos, caramelos, helados, quesos, gelatinas, algunas margarinas y mantequillas, salsas y sopas.
Debemos tener en cuenta que las proteínas del huevo deben aparecer especificadas en las etiquetas de los alimentos. ¿Y cómo podríamos identificarlas? Las podemos encontrar como: albúmina, emulsificante, globulina, lecitina o E-322, coagulante, livetina, lisozima, ovoalbúmina, ovomucina, ovomucoide, ovovitelina, vitelina o E-161b (también conocido como pigmento amarillo o luteína).
También es posible encontrarlo en productos cosméticos y algunos medicamentos y fármacos. Por ejemplo, en jabones, geles, champús o cremas. Así como determinados fármacos, gotas nasales con lisozima o preparados multivitamínicos.
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