Aunque tiende a ser mucho menos conocido que el yogurt, lo cierto es que el kéfir va ganando seguidores/as entre muchos de nuestros lectores/as. Y es que si descubrimos cómo hacer kéfir en casa, posiblemente nos animemos no solo a probarlo, sino incluso nos convirtamos en adeptos a este delicioso, nutritivo y beneficioso producto natural.
Debido a su parecido, es común que muchas personas piensen que el kéfir y el yogurt son lo mismo, o que incluso el kéfir sea un derivado del yogurt. Sin embargo, cuando conocemos en lo que consiste cada producto, y sobretodo sus diferencias, nos damos cuenta que realmente no son lo mismo.
Diferencias entre el kéfir y yogurt
Debemos tener en cuenta que nos encontramos ante dos variaciones de un mismo proceso.
Es decir, a la hora de obtener tanto el kéfir como el yogurt se produce un proceso de fermentación, pero ambos varían en que en el kéfir la leche fermenta a partir de una reacción lacto-alcohólica (de ahí que su sabor sea mucho más fuerte que el yogurt), de forma que no solo fermenta el azúcar de la leche sino también la caseína y la albúmina. En el caso del yogurt, sin embargo, la fermentación sólo es láctica, y además nos encontramos con dos tipos de bacterias: el L. Bulgaricus y S. Termophilus.
No solo podemos encontrar diferencias en el proceso de fermentación, también en su apariencia. Y es que mientras que el kéfir es líquido, el yogurt tiende a ser sólido.
Para que puedas diferenciarlos mejor, a continuación te mostramos dos imágenes, la primera corresponde al kéfir y la segunda obviamente a un yogurt normal.
Imágenes | David Niergarth / secretlondon123 / Dvortygirl
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