Los seres humanos somos complejos por naturaleza. Es una condición que a veces nos hace ignorar ciertas situaciones de la vida cotidiana. Para algunos, se trata de un recorrido de gracia con ciertos toques grisáceos.
Para otros, significa un camino con demasiados obstáculos, por lo que se empecinan en quejarse de todo lo que les sucede. Es una condición que no les permite siquiera valorar las cosas positivas que llegan y cómo llegan.
La fijación por los bienes materiales, los placeres de la vida, el éxito personal y el dinero son algunos de los únicos propósitos que algunos avizoran como el sinónimo de felicidad, satisfacción y plenitud.
Sin embargo, estos aspectos, que si bien son positivos en determinados momentos, no son los que definen la existencia de un ser humano. Son aspectos que se pueden esfumar de un día para otro.
¿Qué pasa entonces cuando buscamos y buscamos y no conseguimos eso que tanto deseamos encontrar? No es una pregunta que tenga una respuesta demasiado sencilla pero que poco a poco se puede ir descifrando.
Lo primero que debes entender es que tú tienes el volante de tu vida, y que lo que decidas o hagas tendrá consecuencias, buenas o malas, a corto o largo plazo. Tienes una razón de ser en el mundo pero no todo dependerá de eso que llaman “destino”.
Tienes que tomar en cuenta algunas claves
- No te sientas como si estás en el universo y ya. Siéntete parte de él.
- El ego nos hace sentir separamos de lo positivo porque nos hace creer que somos más que los demás.
- Aprecia tu identidad. Eres un código único dentro de un espectro enorme, aunque algunos digan lo contrario.
- Enfoca tus pensamientos hacia lo positivo siempre siendo realista y no engañándote a ti mismo.
De entrada suenan como recomendaciones sumamente sencillas pero que en realidad a muchos les cuesta entender e internalizar. Hay que recordar que somos lo que hacemos, y que ningún cambio se hace fácil.
Hay determinadas actividades que quizá nos ayuden a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, pero la constancia y la determinación son valores que se deben tener presentes para poder lograrlas.
La meditación se ha convertido en una herramienta bastante efectiva para aquellos que se estresan por cosas que no deberían tener demasiada importancia. La reducción del estrés nos hará apreciar muchísimo más la vida.
Los individuos sin estrés se aman más a sí mismos, son capaces de internalizar más sus virtudes y rechazar lo negativo que pretenda llegar. Es una forma de despojarnos de todos los prejuicios.
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Ser más observador es otra de las formas de apreciar mucho más las pequeñas cosas de la vida. ¿Cuántas veces te detienes a mirar un atardecer o cuántas veces contemplas cómo cae la lluvia en tu ventana?
La naturaleza nos da regalos todos los días que no valoramos por estar demasiado ocupados en situaciones que no ameritan nuestra atención pero que nos empeñamos en hacerlo.
Sé más reflexivo sobre tu entorno. Mientras más comprendas dónde estás y a dónde vas, mejor podrás comprender lo que llega y lo que se va.
No te ates a lo material. Si bien son cosas que nos aportan felicidad en ciertos momentos, no son agentes determinantes de nuestra plenitud.
Disfruta de todos y cada uno de los momentos. La vida es un ratico, como algunos afirman, pero esto es absolutamente cierto. No dejes pasar cada segundo sin sentir que lo estás apreciando.
Afirma en tu mente que eres feliz cuando llegan momentos positivos. Esto te permitirá concentrar esa energía y catapultar en tu memoria eso que estás viviendo.
El optimismo es el combustible para poder vivir mejor. No se trata de no ver las cosas que realmente existen sino de ver más allá, encontrar las soluciones cuando hayas agotado todos los recursos.
No todo lo que nos llega es porque algo malo se aproxima ni todo lo malo que nos pasa es porque no lo merecemos. Debemos aprender de lo negativo y crecer a partir de esas situaciones.
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Apóyate en el amor. Es un sentimiento que todo lo puede y que es capaz de sanar heridas, de derribar barreras y de convencernos de que es posible vivir en una vida en la que sí se pueden apreciar las pequeñas cosas.
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